miércoles, 15 de julio de 2015

Desembarcando en Normandía...

Este viaje por Normandía y Bretaña lo hicimos el mes pasado, durante junio de 2015 aprovechando unos cuantos días libres que teníamos en el trabajo debido a la descomunal cantidad de horas de más acumuladas.

Nuestra primera parada fue para ver a nuestro querido amigo “Fifi”, al cual conocimos en el Charbinat. El lugar de quedada fue claro: “Rendez-vous à la vache”, lo que viene siendo “quedamos donde la vaca”. Solamente en un lugar como Normandía puedes quedar en un sitio así.


Comimos en su pueblo, Vimoutiers, en una brasserie al más estilo español, camareras majas que recitan los platos del día a gran velocidad y el sitio lleno de gente de todo tipo. Platos sencillos pero efectivos.


Fue hablando con Fifi cuando nos dimos cuenta de que era día 5 de Junio, lo cual quiere decir que justo al día siguiente se conmemoraba el día D. El día D es el día en el cual empezó la operación Overlord en 1944, lo que también se conoce como el desembarco de Normandía. La intención era deteriorar el dominio de la Alemania nazi durante la segunda guerra mundial.

Esto supone a día de hoy que las playas de Normandía se llenen de actos, celebraciones y sobretodo…mucha gente. 

Tras esta parada nos dirigimos directamente hacia el cementerio americano para así aprovechar la poca tarde que queda para un francés (17h30). Desde el cementerio se puede ver la playa de Omaha.

La playa de Omaha fue una de las zonas más importantes del desembarco de Nomandía. Se trata de una playa de arena de 8km de longitud en la cual, durante el día D murieron gran parte de las tropas aliadas americanas que allí desembarcaron. Nada salió como se esperaba pero al final del día, dos pequeñas zonas quedaron aseguradas y permitieron adentrarse durante los posteriores días. Es una de las playas más visitadas y fotografiadas de Normandía.

Tras un pequeño paseo se llega a las tumbas, todas ellas dispuestas de forma simétrica y separadas por orden alfabético. Si nunca has visto un cementerio americano realmente es peculiar. Yo ya sabía lo que me iba a encontrar y no me impacto mucho, aunque reconozco que se siente un “no sé qué”.







Tras esta explicación tan clara de mi sentimiento, nos desplazamos hasta Grandcamp, en cuyo camping dormimos esa noche. Instalamos la tienda de campaña al borde del mar y aún tuvimos tiempo de dar una vuelta por la playa aprovechando la marea baja.



Tras el paseo y una cena rápida, Castor se fue a dormir mientras yo disfrutaba del atardecer como si fuese un helado que se va a derretir en pocos segundos.





Tras este inolvidable atardecer y mientras subía la marea me fui a acompañar a Castor, mañana más.



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