sábado, 30 de julio de 2016

Fotografiando falos...

Como se nos fue la olla el día anterior, decidimos dedicar el miércoles a descansar, hacer una compra española y visitar algunos pueblos de la zona.

La compra española la hicimos en Jaca. Yo fui el encargado de hacerlo y sentí cómo una puerta dimensional al pasado se abría ante mí. De repente tenía delante de mí botes de pimiento de piquillo, galletas de dinosaurios, alhambras reserva 1925, horchata, chistorra…todo al alcance de la mano. Cuando salí con el carro lleno hasta arriba Castor me miraba en plan, ya se ha liao el pobre… 

Tras la compra aparcamos en el centro de Jaca para comer en alguna terraza. El ambiente que se vivía en la calle no lo encuentras en Francia, la verdad. Una cosa que marca la diferencia entre los bares españoles y franceses es la capacidad de elección y combinación posible a la hora de comer. Puedes pedir cualquier cosa, comer de entrantes, pedir un bocata, o picar algo y ya está. En Francia en la mayoría de sitios tienes tres opciones: entrante + plato, plato + postre o entrante+plato+postre. No te salgas de ahí, no quieras cambiar las salsas, no quieras el filete más hecho, es imposible. Yo creo que cuando pides el filete bien hecho van a la cocina y dicen:

-Mira chef perdona que lo ha pedido muy hecho, está muy loco el guiri este, ¿qué hacemos?
-Pues no sé tío, espera un par de minutos y sácalo otra vez. Yo no puedo hacerlo más. Locos.

A un camarero español le puedes pedir lo que quieras que el tío te lo hace.

-¿Me puedes poner las croquetas variadas? Por supuesto.
-¿Me puedes sacar antes las patatas y luego las tostas? Por supuesto.
-¿Me puedes joder un buen café poniéndole unos cubitos de hielo? Por supuesto, en seguida.

Es tan exagerado que teníamos unos franceses en la mesa de al lado que le llegaron a pedir al camarero si podía venderles las servilletas, que estaban muy bien plegaditas. N’importe quoi! Cómo se aprovechan de los camareros españoles.

En fin, después de comer nos dirigimos a Aínsa con un objetivo, fotografíar penes. Sé que suena raro pero una de las peculiaridades de este pueblo es que muchas de las puertas de las casas tienen aldabas en forma fálica. Se trata de una antigua creencia con el objetivo de atraer la fertilidad a la familia y que hubiese una buena descendencia.






Aquí los tan esperados penes



De repente vimos que se acercaba una gran tormenta y decidimos volver a la casa. Sin darnos tiempo a verlo venir, empezó a granizar. Los golpes contra el coche eran cada vez más violentos e intentamos cobijarnos bajo un árbol, lo cual no solucionó gran cosa. Caía granizo del tamaño de cubitos de hielo. Vimos cerca una granja y menos mal que pudimos meternos bajo el cobertizo y evitar la parte más intensa de la tormenta.

Al llegar a Broto, al lado de Buesa, aprovechamos para ir a la cascada de Sorrosal que está en el mismo pueblo. Fue la ruta más larga del día, 5 minutos hasta la cascada.




Tras este pequeño paseo nos fuimos a casa a pensar qué ruta haríamos al día siguiente.

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