Esta era nuestra primera experiencia con la vendimia y no sabíamos lo que nos esperaba. En general fue una buena experiencia, aunque el ambiente no era todo lo festivo que esperábamos según lo que nos habían contado, y la velocidad a la cual se recogía la uva era cercana a la velocidad de la luz.
Tras 10 días de vendimia teníamos la espalda, las rodillas y las muñecas hechas polvo. Hubo un día que llegué tan cansado que me duché con la ropa y todo...
En fin, agradecer mucho a los propietarios por abrirnos su casa, darnos alojamiento, comida y todas las noches compartir una buena botella de champagne.
Tuvimos un día libre que aprovechamos para ver los alrededores y descansar un poco la espalda. Hubo dos lugares que nos encantaron. El primero de ellos fue el castillo de Fère-en-Tardenois, construido en el siglo XIII y con la particularidad de estar rodeado de una muralla irregular heptagonal. Un puente de estilo renacentista conecta con una zona del castillo que me transporta mentalmente a otra época.
Muy cerca de allí está Coincy, un pequeño pueblo que cuenta con un interés turístico especial, la Hottée du Diable. Se trata de un espaacio natural protegido con formaciones geológicas de gres, material arcilloso de color grisáceo. Debido a la erosión, el suelo es tambiém gres, lo cual crea una sensación extraña al caminar.
La famosa escultora Camille Claudel y su hermano el no menos conocido poeta y dramaturgo Paul Claudel, originarios de Fère-en-Tardenois, venían mucho a inspirarse en este paraje tan especial.
Como ya hicimos durante el increíble atardecer que vivimos en Essaouira un par de años atrás, Castor y yo nos separamos para hacer fotos, totalmente embobados con las formaciones.
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