Hoy voy a hablaros de una iniciativa cultural que este año empezaron Paul y Kaly. Cada tres meses organizan un evento cultural en su casa, al cual invitan a todos los amigos y vecinos de la zona. Unas veces ha sido un concierto y otras un teatro.
Tuvimos la suerte de poder asistir al evento del verano, un teatro cómico que nos permitió conocer a mucha gente, gente con la que actualmente mantenemos un gran contacto.
La idea es pasar el “chapeau” al acabar el evento y que cada persona deje unos 10€ exclusivamente para los artistas por supuesto.
Esta iniciativa tan atractiva y bonita no termina aquí, sino que nada más acabar el espectáculo se pone la mesa y cada persona saca un plato, postre o bebida que ha traído de forma que toda la mesa se llena de comida, queso, quiche y otras especialidades francesas, que junto al efecto de la bebida provoca conversaciones y alboroto entre todos los presentes.
Los españoles nos ofrecimos a realizar nuestro plato estrella, un plato que dejara babeando a toda esa pandilla de franceses que habían traído sus patés, quiches y pizzas deliciosas, un plato que nos reconozca y que todo el mundo pregunte: ¿Esto quién lo ha traído?, un plato sofisticado y cuidadosamente preparado, es decir, una tortilla.
Pero no una tortilla cualquiera, ahí estaba el truco. Una tortilla de patatas y una tortilla de patatas con pimiento. He ahí la innovación y la clave del éxito.
El teatro era en francés obviamente, con lo cual pillamos la mitad de las cosas y el resto lo intuimos riéndonos cuando se reía todo el mundo claro, para no dar el cante.
Fue una tarde muy agradable, se creó un gran ambiente que se notó después, cuando se sacó toda la comida a la mesa y todo el mundo empezó (eso sí en orden) a avasallarnos con preguntas en plan interrogatorio acerca de nuestra vida y cómo habíamos ido a parar a Passins.
Una de las personas que se nos acercó fue Rafael, un biólogo y amante de las aves que trabajaba cerca anillando pájaros. Nos presentó a su mujer, Esther, y nos comentó que si queríamos podíamos ir con ellos a pasear por el parque natural en el que trabajaban y asistir a una jornada de anillamiento.
Obviamente aceptamos encantados y alucinando de cómo la gente se nos acercaba y se interesaba por nosotros. ¿Pero los franceses no eran callados, antipáticos y desconfiados? En fin, cada vez creo menos en los tópicos.
No haría falta decir que la tortilla triunfó, y que la gente nos miraba en plan… Esos son los de la tortilla, míralos que artistas.
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