miércoles, 6 de julio de 2016

Del refugio de Bujaruelo al valle de Otal…

El primero de nuestros días de vacaciones no íbamos a madrugar tampoco mucho, así que salimos hacia el refugio de Bujaruelo aprovechando que aún se podía llegar en coche (en verano tienes que coger un autobús desde Torla).

Se trata de una ruta sin dificultad alguna. Antes de salir repaso que tenemos todo, los bocatas, agua, los prismáticos, la cámara y la batería extra de mi cám….¿dónde está la segunda batería de mi cámara? Pues eso, que me la he dejado en casa bien cargadita al lado su cargador. Así que me las voy a tener que apañar para hacer todas las fotos del viaje con un sola batería que no podía ni cargar. Menos mal que llevaba encima la camarita deportiva de 170° que me habían regalado en navidad. Decidí hacer las fotos más interesantes con la cámara réflex y las más normalitas con la camarita.

Podríamos pensar que esta foto corresponde al final del viaje dado el agotamiento que muestra Loira pero nada más lejos de la realidad, es una foto hecha al comenzar el viaje nada más subir al coche. Esto es una suerte.


Nada más entrar en el camino que te lleva al refugio nos encontramos con una pareja haciendo autostop. Eran dos holandeses majos de 50 años más o menos que habían aprendido un español algo peculiar, diciendo frases como: “Para el refugio se va por ahí, donde veis a la peña”. Loira casi se queda con ellos, al final le dijimos que no, que se venía con nosotros a caminar.

Tras informarnos de cómo llegar a la cascada del Valle de Otal comenzamos la ruta como han empezado casi todas, recogiendo una caca apestosa de Loira al cuarto de hora que tendríamos que cargar hasta el final de la ruta.

Empezamos a caminar por una pista no asfaltada, rodeados de vacas. Ya entonces empezamos a comentar que no hay nada como la montaña, nos apasiona y nos sentimos en conexión total con la naturaleza. Es curioso porque a veces no vas más que a ver alguna pequeña formación geológica y eres capaz de madrugar y hacer un duro recorrido para llegar a verlo, es como una droga sana.







La segunda parte de la ruta sigue una pista también, esta vez en llano recorriendo el valle de Otal y llegando a una cascada en la cual luego me bañé. El agua estaba calentísima y me recordó a esos baños en Jávea donde en vez de agua parecía caldo. No, es broma. El agua estaba exageradamente fría pero oiga, había que hacerse una foto con pintas de disfrute y no como si los dedos del pie se te fueran a caer en plan cubitos de hielo.







La vuelta se hizo un poco dura, pues ya eran las 14h y hacía mucho calor. Loira pudo comprobar lo que es vivir en España y de repente se lanzó al suelo como si el sol le hubiese dado una colleja. Se tiró de lado y cerró los ojos diciéndonos que necesitaba un descanso. Así que nada, allí estábamos pensando que habíamos roto al perro. Tras un pequeño descanso terminamos de bajar hasta el río y allí le dimos un buen remojón de agua fresquita para ver si se le pasaba el sofocón.




Llegamos al coche más que cansados agobiados del calor. Nos fuimos directos a casa pensando que Loira se tumbaría a dormir nada más llegar. Tras un rato en casa estaba como nueva en plan…¿ahora a dónde vamos chicos?

Estuvimos barajando las distintas posibilidades para el día siguiente y nos decantamos por recorrer la Faja Racón desde la pradera de Ordesa, una buena oportunidad para sacar provecho de la camarita de 170°.

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