Paul es el chef por lo general, es una persona
que aprecia enormemente la alimentación así como a los buenos “comedores”. Se
podría decir que con Castor iba a tener en la mesa a su mejor comensal.
La variedad, sabor y presentación de sus
platos me hacía mover la cabeza de forma involuntaria, como asintiendo, cada vez
que probaba uno de sus platos. Era un acto reflejo. A veces miraba a mi lado y
estaba Castor mirándome en plan… “Pero…pero tú has probado esto…”
Un par de días tardaría Paul en darse cuenta
de lo que gozaba María con cada uno de los platos franceses que sacaban a la
mesa, de forma que enseguida le ofrecía repetir. En varios momentos, Paul nos
manifestó el placer que le provocaba tener a alguien en la mesa a quien le
guste tanto comer. Esa es una de las virtudes de Paul que más admiro, su
sinceridad y su naturalidad a la hora de hablar y decir lo que piensa.
Todo en Chez
Paul et Kaly sabe diferente, esta hecho con cariño y con cuidado. La
mayoría de sus productos eran "bio" o del propio huerto. Una de las cosas que más
me gustaron fue el sirope de arce canadiense. Mezclado junto al yogur o
al queso de la granja, provocaba una combinación que a cualquiera dejaría
maravillado.
Un verdadero francés , al terminar la comida,
saca un buen plato de quesos antes del postre. Cuando parece que no puedes
comer más, ahí está el plato gigante de quesos, los cuales no puedes dejar de
probar. De los diferentes quesos que podemos encontrar en Francia hablaré en
otros post más adelante.
En fin, podría estar hablando de los manjares
que probamos y descubrimos en el Charbinat pero os aburriría a todos menos a
Castor, a la que se le estará cayendo la baba al leer este post.
Venga, hablo un poco más. Una raclette, una fondue de queso, pate croute, varias quiches, gratins de verdura, ensaladas del huerto, tomates coeur de boeuf, frambuesas con yogur y sirope de arce…¡basta!
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