Como hice con la primera experiencia Helpx,
voy a comentar los aspectos de la experiencia en diferentes entradas. Hoy hablaré del trabajo realizado.
Paul y Kaly tienen un jardín inmenso en el cual tienen un invernadero con tomates, berenjenas y pimientos. En el exterior, además de numerosos frutales, tienen una zona dedicada al cultivo de judías, frambuesas, moras, calabazas, coles y más tomates, entre otras hortalizas.
En el perfil de la web proponían unas cuatro
horas diarias de trabajo. Ya en la hora de levantarse se hacía notar la
filosofía de este matrimonio. Tú la eliges.
Normalmente nos levantábamos sobre las 8:30- 9:00, desayunábamos y nos poníamos manos a la obra. Hubo días en los cuales recogíamos la leña de la reserva del invierno y se la llevábamos a Paul para que la cortara con un aparato de dos metros de altura. Lo hacíamos con un orden y organización, algo que echamos de menos en Arques. Y además, la cadena de trabajo acababa en Paul, es decir, que el trabajo estaba claramente dirigido hacia ayudarles.
Hubo otros días en los cuales nos dedicamos al campo. Entre estos trabajos estaba transportar compost a otra zona para secarlo, pasar la cortadora de césped o limpiar alguna parcela de ortigas. Pero sobretodo nos dedicamos al duro trabajo de recoger la cosecha. Este trabajo tan duro, solo reservado para algunos valientes, consistía en recoger una a una las frambuesas y moras hasta llenar un buen bote, para después comérnoslas en el postre.
Ya no es sólo que la ayuda supusiese un desgaste físico relativamente bajo, sino que además, los horarios eran bastante laxos, de forma que mirar el reloj era algo bastante excepcional. Trabajar de esta forma hace que estés muy agusto, tan agusto que no te importaría hacer una hora más.
Hubo algún día que llovió y nos quedamos en la casa, haciendo compota de manzana, limpiando las ventanas o pasando la aspiradora, con lo cual a las dos horas nos decían que no había nada más que hacer, que podíamos hacer lo que quisiéramos. En Arques, con los ingleses, esas horas se hubieran almacenado en el contador de “horas no cumplidas” para otro día.
En fin, las comparaciones son odiosas, pero necesarias. En el Charbinat nos sentimos útiles, se apreció nuestra ayuda en todo momento, aprendimos mucho y además estuvimos muy agusto ayudándoles. Un concepto de Helpx que encajó a la perfección con el nuestro.
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