En Francia los límites de velocidad son un poco diferentes a los de España. El concepto es distinto. Abundan los límites de 90, 50 y 30. Es decir, que pasas de ir a 90km/h entre los pueblos, a reducir hasta 50km/h en la misma entrada del pueblo, incluso 30km/h en medio de muchos de ellos. Poco acostumbrados a ir a 90Km/h por carreteras mal asfaltadas y sin arcenes, recibimos algunos pitidos de franceses que no entienden porqué vamos a la ridícula velocidad de 80Km/h.
Tras un poco de incertidumbre con la localización del camping llegamos a Casties-Labrande. Aparcamos en coche en la entrada y nos acercamos a la recepción. Nos saluda un tío parecido al actor Robert Carlyle con coleta.
-Nous avons une reservation.
Para él no hay duda alguna de que somos "los españoles". Más tarde nos enteramos que éramos los primeros españoles en pisar ese camping. Y no nos olvidarán fácilmente.
Nos indica mediante un mapa cual es nuestra parcela y cómo llegar a ella. Parece fácil, recto y a la derecha -très bien, merci- respondemos. Nos subimos al coche, pasamos la barrera y bajamos por un camino dejando la piscina a la izquierda.
Primer cruce…
-¿Era a la derecha o recto?
-Yo diría que recto.
Seguimos un poco inseguros hasta que vemos por el retrovisor cómo una mujer embarazada baja corriendo desde la recepción indicándonos con la mano que no, que por ahí no. Españoles tenían que ser.
-¿Era a la derecha o recto?
-Yo diría que recto.
Seguimos un poco inseguros hasta que vemos por el retrovisor cómo una mujer embarazada baja corriendo desde la recepción indicándonos con la mano que no, que por ahí no. Españoles tenían que ser.
Tras este pequeño incidente que sirve como carta de presentación para todos los habitantes del camping, incluidos los que se bañaban en la piscina, nos instalamos en nuestra parcela y montamos la que será nuestra casa durante los próximos siete días. Hoy no habrá para cenar nada elaborado; unas albóndigas de lata. Nos da exactamente igual no tener los lujos que tienes en casa. Se vive con una gran cantidad de aparatos, algunos de ellos realmente absurdos. Ahora mismo no necesitamos más de lo que ha cabido en el maletero del Accord.
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