Dos semanas en Arques han dado para mucho, hemos aprendido
muchas cosas, hemos descubierto lugares preciosos y hemos comido
verduras y hortalizas a más no poder.
Pero todo se acaba, y tras estos 14 días nos preparamos para
la siguiente etapa: Niza.
El viaje durará unas 6 horas, así que nos levantamos pronto
para llegar al mediodía a Niza, donde nos espera David, un amigo de Castor que está
viviendo en Francia desde hace un año y que nos acogerá unos 10 días.
Bajamos a desayunar y no hay nadie, con lo cual nos servimos
unas tostadas y un café, como hemos hecho todos los días. El desayuno ha sido
el mejor momento del día estas semanas. Unas tostadas con pan casero,
mantequilla y una mermelada "bio" buenísima de fresa.
El cielo está gris, se avecina un buen chaparrón. Vemos entrar a alguien
por la puerta, es Little-Cucumber. El
pobre ha sido enviado por su madre para decirnos que no nos vayamos sin
despedirnos. Nos resulta muy raro este comentario dado que obviamente no íbamos
a irnos sin despedirnos. Dejando a un lado este comentario, cargamos todo en el
coche y subimos hacia el invernadero para despedirnos de Mrs.Beetroot. Dentro del invernadero no parece haber nadie. Avanzamos
y Mrs.Beetroot se levanta del suelo sorprendida.
-Good morning.
Nos acercamos a ella ya que la mujer no iba a hacer el esfuerzo
de venir hasta nosotros. Nos dice que hemos sido muy útiles y que nos vaya todo
muy bien, gracias. Tiene las manos embarradas con lo cual argumenta que no se
acerca para no mancharnos. Es curioso dado que tiene un grifo justo al lado,
pero no parece que quiera hacer ese esfuerzo tampoco. Ante la estupefacción de
Castor, la cual no se puede creer lo que está viendo, nos despedimos, le damos
las gracias, abrazamos a Little-Cucumber
y nos vamos hacia el coche.
Notamos que alguien nos sigue, es la entrañable Blackcurrant, que parece no querer
quedarse allí y prefiera venirse con nosotros.
Castor la acaricia, acerca su cara a la de Blackcurrant y le susurra: A ti sí que
te queremos guapa.
Arrancamos y salimos de Arques algo indignados por un lado
por lo que acaba de pasar, pero felices porque empieza una nueva etapa, vamos a
Niza, una ciudad muy diferente a lo que hemos visto hasta ahora.
Se nos pasan por la cabeza detalles feos que han tenido con
nosotros, como un día que se fue en kayac toda la familia mientras nosotros “trabajábamos”,
cosa que podían haber compartido con nosotros por la tarde. También cuando nos
dijeron que no sabían francés y luego los vimos en repetidas ocasiones hablando
un francés cuanto menos fluido.
Todo eso queda atrás, es pasado. Nos relajamos y nos
quedamos con las cosas buenas que hemos vivido que no han sido pocas.
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