Hoy hablaré de la paz de
la que pudimos disfrutar en nuestro tiempo libre en Arques.
Dado que nunca había cerveza en la mesa de Mr.Rice y Mrs.Beetroot, teníamos que descender en bici el camino pedregoso que nos
llevaba hasta el pueblo de Arques cada vez que estábamos agobiados y deseábamos
poder tomarnos una cerveza tranquilamente en un bar. Tomarse una cerveza fresquita en un bar forma
parte de nuestra cultura, por lo menos de la mía. Volver en bici unas horas después, con
la pronunciada pendiente durante unos cuantos kilómetros, con el calor que
hacía y además algo mareados por las cervezas era una experiencia dura pero por
la que merecía la pena pasar.
La casa está ubicada en
medio de un bosque, lo cual te permite disfrutar de la naturaleza de una forma
que es difícil de conseguir, en un silencio absoluto.
Después de cenar salíamos una hora a pasear, recolectando todas las moras que podíamos y disfrutándolas mientras veíamos cómo el Sol se escondía ofreciendo un precioso atardecer cada tarde. En muchas de esas ocasiones pudimos disfrutar de la presencia de Blackcurrant, la cual movía todo el cuerpo de la felicidad que tenía y se comía las moras directamente mordiendo de las zarzas. Blackcurrant, la perra ejemplar.
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